jueves, 27 de marzo de 2008

Carrer Falguera, 76























Tiet Jaume

Hoy hace ya diez días que murió y todo va dolorosamente según lo previsto: nada parece cambiar. Él ya no habita en el mundo y lo que duele es precisamente que ese hecho sea tan insignificante para el resto de la humanidad. Toda una vida aquí, y cuando se te agota sólo puedes esperar vivir en el recuerdo de los demás; y él, que paseó durante setenta y seis años por las mismas calles y saludó a las mismas gentes cada día, cuando se fue, los vecinos se acostumbraron rápido a su ausencia. Es como si nada hubiera cambiado, como si todo pudiera seguir igual sin él. El Tiet era sus manías, sus cosas y su pequeño mundo, su casita de la calle Falguera, sus películas de Sinatra en la estantería, sus óleos de Calella colgados en la pared. Dejó una botella de vino a medias en la cocina, su diccionario desfasado de inglés sobre la mesa junto al cupón de la ONCE y su eterna rebeca de rombos marrones en la percha. La pena más grande es que ya no está, y me queda el regusto amargo de pensar que su vida pueda haber pasado inadvertida para la mayoría.

Este es mi pequeño homenaje. Quiero darle unos instantes más de vida y dejar que su recuerdo resista virtualmente en la red con su última coreografía. Para que aquellos que no le conocieron conserven un recuerdo suyo -aunque sea tan efímero como estos vídeos que cuelgo- y para que aquellos a quienes el Tiet Jaume dejó su huella tengan un recuerdo más. Os regalo uno de sus bailoteos habituales tan alegres…y que viva el Tiet!